25.2.08

Sería algo así como muchos bastas juntos.
La poda, la poda, las podas aquellas que me quedaron pendientes.

Las vacaciones son cada vez más peligrosas y cada fin de semana, ni hablar.
No puedo aquietarme. El no estoy bien me pesa mucho. Y se hernian mis pesares.

Hace dos años me vi coartada, precarizada económicamente. Necesitaba ciertos respiros.
Empecé a trabajar muchas horas. Empecé a estar más cómoda de plata.

La ecuación es tonta e infalible. Empecé a no tener tiempo. El tránsito diario de mi vida empezó a embotellarse, a arrumbarse algunos sueños, a revivir algunas tristezas.

Cada tanto me cruzo con compañerxs de otras épocas; algunxs la siguen, otrxs no o no tanto.
Pero yo definitivamente no seguí. Y ese es uno de los grandes pesares.

Volver no sirve tampoco. No se puede volver, las cosas mutan. Y está bien que eso suceda.
Pero los espacios que construíamos me demostraron su fecha de caducidad, a pesar de haberlos creído y añorado eternos. Eso debería apagarme, pero me enciende.

Ahora parece que tienen que venir nuevas decisiones difíciles.
Porque no me sienta bien que el fuego sea sólo interno.

Quiero dejar de trabajar todas estas horas, en esto que no tiene que ver en absoluto conmigo.
En esto que me hace mal a la piel y a los huesos y al bocho y me hace mal de verdad.

El caso, es que no sé si podré. Pero quiero.