Les presento a mi viejo.
Por supuesto que cuando venimos con nuestros días nos seguimos ladrando. Pero por suerte, desde hace un par de años las cosas cambiaron, al menos para mí.
Él es la sobriedad y la soberbia hechas persona.
Pero tiene salidas tan cómicas, como por ejemplo comprarse un blister con etiquetitas autoadhesivas flúo sin saber para qué las va a usar, y que después de que yo le comente que andaba buscando unas así, me las regale.
O ponerse un fotograma del Coyote (el del Correcaminos) de escritorio en la PC.
Es tan gourmet.
Y le gusta mucho el jazz.
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Les presento a mi vieja.
Siempre la quise mucho mucho mucho. Aunque también nos ladramos -pero en tonos vocales mucho más agudos-.
Tenemos muchos códigos internos, y tratamos siempre de ser compañeras con la otra. Nos reímos mucho de los demás, juntas.
No está muy bien últimamente... ¿cómo decirlo? Está saturada por muchas cosas que le pasan, y que hace que le pasen (como a todos, que nos ocurren y ocurrimos en).
Le encanta escuchar a Peña.
Le encantan las series de suspenso, y si son inglesas, mejor.
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